Sentado frente a m?. No esquives la mirada. ?Por qu? hablas y hablas y no me dejas descansar en tus pupilas? M?rame.
Ahora, aunque mantengas los p?rpados en una semi-apertura, lo consigo. Me asomo, me deslizo por un tobog?n hacia tu interior. Lentamente, lo saboreo. Tus ojos son claros pero la sensaci?n es que atravieso penumbras, busco lo que esconden; hay m?s, estoy segura.
En ese instante todo se desdibuja, tu nariz ya no es tan grande ni afilada; tus labios han perdido ese atractivo por el que se me hacen irresistibles. Ahora, ocupada en la profundidad de tu mirada, no quiero besarlos.
Sigues hablando, pero esa voz tan bien timbrada se va desvaneciendo en un susurro; no son palabras, es solo melod?a envolvente.
?Qu? fuerza!
?Qu? conexi?n entre las dos almas!
?No lo sientes como yo?
Ahora, sin usar el juicio ni la raz?n, mis manos a los dos lados de tu cara, sintiendo la angulosidad de tu rostro, tiran suavemente y te acercan.
Necesito que nuestros labios sellen esta sensaci?n. Juntos. ?Qu? bien saben!
Tu mirada, ?me has mirado?
?Me has visto? No estoy segura.
A veces creo que sientes p?nico; y mientras yo sigo en el descenso a lo profundo se tus pupilas, t? hablas y hablas sin parar.
Calla. M?rame.
Te miro. Callo
Lisboa 2 de la madrugada. Todo sucedi? en mi imaginaci?n, en un duermevela del que sal? para tomar notas antes de que todo se esfumase. ??Menos mal que escribo r?pido en el m?vil!!!
?Cu?ntas veces nos miramos a los ojos pausadamente?
?Nos encontramos sin palabras ni prejuicios?
?Nos abrimos a la vez al otro, nos desnudamos?
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Bonito! Mir?mosnos
Mirarnos y conectar. Lo sabemos. A veces queremos conectar con otros, y no se dejan.