Podr?ais esperar que escribiera sobre mi madre, igual que lo hice sobre mi padre el D?a del Padre. O quiz?s esperabais alg?n comentario sobre el D?a del Trabajo enlazando con mi actividad profesional. Pero nada de eso hay en la publicaci?n de hoy. Ten?a dos o tres ideas a?n sin elaborar, y cuando eso me sucede ya sab?is que recurro a poemas o a cuentos, y eso es lo que he hecho hoy.

Recuerdo que durante mi infancia, en esas noches de verano cuando nos sent?bamos a la puerta de la casa a tomar el fresco, se contaban historias (aparte de los chismorreos); esa transmisi?n oral se ha perdido, aunque tambi?n podemos pensar que ha sido sustituida por las historias que circulan por internet, y que muchas veces en el camino quedan hu?rfanas del autor que tuvieron y pasan a ser propiedad de todos.

Hoy, a riesgo de que mi hijo lo califique de filosof?a barata (merecer? un an?lisis m?s profundo), comparto un cuento (con moraleja) que escuch? primero en ingl?s, se llama ?El ladr?n de galletas? de Valerie Cox:

?Una noche una mujer estaba esperando en el aeropuerto a que llegara su hora de embarcar. Compr? un libro en la tienda, tambi?n una bolsa de galletas y encontr? un lugar donde sentarse a disfrutarlos. A pesar de estar absorta en el libro, se dio cuenta de que el hombre sentado junto a ella cog?a galletas de la bolsa que estaba entre los dos, ella trat? de ignorarlo para evitar montar un numerito. Saboreaba las galletas y miraba el reloj mientas el valiente ladr?n iba cogiendo tambi?n. A medida que los minutos pasaban se iba irritando m?s y m?s, pensando: ?si yo no fuera tan amable le pondr?a un ojo morado?. Por cada galleta que ella cog?a, ?l cog?a una tambi?n, y cuando s?lo quedaba una, ella se pregunt? qu? har?a ?l. Con una sonrisa y una risita nerviosa, ?l cogi? la ?ltima galleta, la parti? y le ofreci? una mitad mientras com?a la otra. Ella la cogi? con desagrado y pens?, ?oh, hay que tener descaro y ser maleducado para no mostrar ni pizca de agradecimiento?. Nunca le hab?a pasado algo tan molesto, as? que suspir? con alivio cuando llamaron para su vuelo.

Cogi? sus cosas y se dirigi? a la puerta, evitando mirar atr?s al ingrato ladr?n. Embarc? en el avi?n y se hundi? en su asiento. Buscando en su bolsa el libro que casi hab?a terminado, se sorprendi? al darse cuenta de que all? estaba su bolsa de galletas. ?Si la m?a est? aqu??, murmur? con desesperaci?n, ??entonces la otra era suya y ?l estaba comparti?ndola conmigo?. ?Demasiado tarde para disculparse?, pens? afligida. Ella era la grosera, la ingrata, la ladrona?.

Valerie Cox, ?A story of wrong perceptions? in ?Chicken Soup for the Soul?, editor Jack Canfield

Es poco probable que algo as? me suceda, ya que prefiero las manzanas a las galletas cuando viajo. Sea como sea, y aunque cada uno puede sacar su moraleja, est? claro que estar seguro no es lo mismo que estar en lo cierto. ?Cu?ntas veces os ha pasado esto?

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