Tiemblo. No s? qu? me espera m?s all?, dentro de la cueva.
Han decidido que esta vez soy yo la elegida. He de seguir caminando.
Pero has llegado t?, te han aclamado, y sin dudar has entrado antes que yo.
Has salido victorioso y me has entregado la rosa que brot? de la sangre del drag?n.
Vi tu armadura y quise sentir el coraz?n que va dentro. Pero s?lo en alg?n momento y por alg?n resquicio me lleg?.
Un caballero que se bate con dragones para rescatar a su dama, deber?a estar dispuesto a amar con pasi?n. Pero pareces m?s centrado en ganar la batalla y conseguir la prenda, que en amar.
Las batallas ganadas, los dragones vencidos, traen gloria y fama, ?xito y reconocimiento. La dama es el premio.
Pero yo, la dama liberada de la amenaza del drag?n, me entrego, me entrego al amor.
Desaparecido el drag?n, desaparecida la sombra que hay detr?s, puedo sentir la libertad, puedo mirarte a los ojos con agradecimiento. No es s?lo agradecimiento, mi coraz?n late por ti, aunque seas un desconocido.
Mis murallas cayeron, pero las tuyas est?n.
El caballero se llev? la fama y el reconocimiento, permaneci? en forma de leyenda. Pero ?qu? sinti? la dama? La leyenda no se ocupa de ello, as? que lo he imaginado.
?A veces pensamos que ya no hay dragones, ni valientes caballeros, ni princesas que se deslizan entre bosques secretos encantando con su sonrisa a venados y mariposas.
?
?Qu? placer equivocarse! Princesas, caballeros, encantamientos, dragones, misterio, aventuras? no solo est?n aqu? ?y- ahora: son lo ?nico que vivi? jam?s sobre la Tierra?. Richard Bach
?Qu? sois: caballeros, princesas o dragones?
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