La florister?a de mi barrio estaba preparada para el d?a de San Valent?n; un escaparate atractivo y una variedad de ramos de flores y cestos de plantas llenaban el local. Mientras, al lado, la frutera anunciaba que har?a fresas con chocolate para endulzar la celebraci?n. Era lunes, faltaban cuatro d?as para el d?a se?alado y yo ya me sent?a hastiada con tanta oferta y anuncio por doquier.

Si vosotros, queridos lectores, ten?is cuenta de correo electr?nico y adem?s est?is en alguna red social, habr?is sido bombardeados como yo por estas campa?as de marketing. Lo que vosotros hab?is recibido depender? de lo que los analistas de datos hayan considerado que son vuestras preferencias, as? que puede que no coincida con mi caso. Esta vez mi correo se llen? de otras sugerencias, m?s all? de los tradicionales anuncios de colonia en televisi?n, esos que abarcan a todo tipo de mujer (ya sea que ellas se sientan o sus parejas las consideren atrevidas, p?caras, dulces, elegantes, so?adoras, juveniles?).

La p?gina donde adquiero la tinta para la impresora suger?a este tipo de material para regalar a la persona de la que est?s enamorado; incluso me han sugerido regalar alg?n video curso de meditaci?n o libros de autores que sigo. Eso sin nombrar los regalos de experiencias: noches de hotel, viajes o escapadas rom?nticas, cenas lujosas, etc.

No s? si, como yo, estabais saturados con tanta oferta o si, por el contrario, lo agradec?ais porque buscabais un regalo con el que sorprender. Ser? que no estoy enamorada, y ni he regalado ni he recibido regalo, y por esa raz?n estas campa?as publicitarias me pon?an de mal humor. Todos sabemos que esta y otras celebraciones se utilizan para estimular el consumo; mi pregunta es si, sabi?ndolo, entramos o no en la compra compulsiva. Puede que, muy al contrario, hay?is usado un regalo como muestra de un sentimiento.

Queridos lectores, ?cu?l ha sido vuestro caso? ?c?mo hab?is vivido este d?a de San Valent?n?

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