Querido Gilberto:

¡Ayer terminé tu libro! ¿quién me iba a decir a mí que aquel chico que compartió con nosotros todo el periodo de confinamiento iba a escribir y publicar su propio libro? Por eso te escribo esta carta, para desgranar todos mis sentimientos y reflexiones.

Primero de todo quiero darte la enhorabuena. Estoy segura de que ha sido un proceso de dedicación, trabajo y aprendizaje que has afrontado desarrollando ese mismo hábito del que nos hablas en tu libro. “El hábito que habito”(enlace), qué título más sugerente y apropiado para todo lo que planteas en su contenido.

Escribir y publicar un libro en la categoría bienestar y vida sana estoy segura de que ha sido todo un reto para ti. Me gusta cómo lo has estructurado, en tres pilares básicos: ejercicio, alimentación y descanso. Aprecio la forma sencilla en que trasmites contenido sin perder calidad, basado siempre en estudios e investigaciones. Pero aún más disfruto del sentido del humor que le da ese toque atractivo y entretenido. No creas que he pasado por alto algún guiño que has hecho a cosas de nuestro universo personal.

De cada parte yo destacaría el apartado en el que destruyes los mitos que aún siguen vivos entre los profanos como yo. He de confesar que soy una de esas que iban a hacer ejercicio con el objetivo de “tonificar”. Ahora valoro más el entrenamiento de fuerza porque he comprendido su sentido. Por supuesto, considero muy importante el papel del entrenador personal, es quien sabe cómo estructurar cada sesión para que el trabajo tenga sentido y se pueda alcanzar el objetivo planteado. Aunque yo, por mi personalidad y como tú sabes, a veces me exijo más porque quiero avanzar en ese deporte al que soy adicta: el pole. El precio que tiene la dirección de un profesional es un gasto bien empleado, sin dudarlo (sea para entrenar fuerza o para aprender pole).

Una cosa que no encontré en el libro es una de esas afirmaciones bien conocidas que indica que para incluir un hábito hay que practicarlo al menos 21 días. Pero me gusta tu planteamiento, tú hablas más de adherencia y esa pregunta clave: “Este cambio que pretendes hacer, ¿serías capaz de mantenerlo el resto de tu vida?” luego vas desgranando cómo conseguir responder afirmativamente a la cuestión. Muy interesante para el lector.

Al escribir y publicar tu libro no has declinado mostrar tu propia opinión, y en algunos aspectos estoy segura de que has encontrado polémica y críticas. Pero tus argumentos siempre están bien expuestos. Eso es sinónimo de valentía.

Por último, antes de terminar esta carta, quería compartir contigo una reflexión más. Ayer, en linkedin, leí la publicación semanal de Andrés Pérez Ortega (link), de quien quizás te hablé en aquellos días de confinamiento cuando compartíamos ideas y análisis. Él indica que se sorprende de la facilidad que hay ahora para escribir y publicar, y que eso ha generado tal exceso de oferta que provoca que la mayoría pase sin pena ni gloria.

Su comentario continua y toca más aspectos, pero respecto a este en concreto yo agradezco esa facilidad que permite a personas como tú compartir lo aprendido. Quizás los tiempos de escribir y publicar, mantener un podcast o un blog, un perfil que ofrece contenido gratuito en redes, estén llegando a término.

Yo misma me planteo para qué y por qué mantener esta bitácora. Entonces me respondo con las palabras de Anthony de Mello: “ ¿y por qué canta el pájaro?… El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar”

Quizás tú y yo queremos expresar lo que llevamos dentro de ahí lo de escribir y publicar. Tú además nos regalas una bonita banda sonora con tu libro, gracias.

Querido Gilberto, ya me despido, y no olvides que

“More than kisses, letters mingle souls”

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