Aunque hoy es dia de fiesta, es lunes, no quería faltar a mi cita habitual con vosotros. Tras la tradicional cena de Navidad, es probable que más de uno se haya levantado con la sensación de haber cenado más de lo necesario. Sin embargo, estoy segura de que hubo una vianda que no tuvo mucho protagonismo, el pan.

Mi casa del pueblo está cerca de la tahona, y en las noches de verano cuando nos sentábamos en la calle a tomar el fresco, veíamos al panadero ir a dejar preparada la ludia (masa de pan fermentada con levadura). Pero este ritual parece que ha cambiado en la actualidad, primando los procesos más rápidos. La reducción del tiempo de ejecución ha llevado al aumento de ventas de pan precocido y congelado; productos que según los especialistas son más difíciles de digerir y probablemente responsables de muchas intolerancias, aunque son más baratos y los comerciantes lanzan ofertas muy agresivas.

Ahora que hay menos tahonas, podemos comprar pan en distintos establecimientos: tiendas de ultramarinos, supermercados, e incluso en gasolineras. Y podemos elegir entre pan de trigo, centeno, avena o maíz; blanco o integral; con o sin gluten; con o sin corteza; e incluso en Finlandia han lanzado un tipo de pan con harina de grillo. Dicen que la moda hípster y su gusto por la elaboración de productos de forma artesanal ha despertado de nuevo el interés por el pan de masa madre, como reacción a la cantidad de aditivos que se añaden al pan para que sea más blanco, más esponjoso, dure más o se conserve en el envase.

Independientemente de la clase de pan elegido y de dónde lo hayamos comprado, el pan no fue el protagonista de la cena navideña, no podria competir con mariscos y chacinas. Pero a diario, para mí, es difícil encontrar pan de calidad, con corteza crujiente y miga tupida, sin aditivos y hecho sin prisas. ¿Os sucede lo mismo que a mí? ¿Qué importancia tiene para vosotros el pan en la dieta diaria? ?Os atraen las ofertas o preferís buscar pan de calidad?

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