Odio cuando alguien se acerca a m? con intenci?n de venderme algo o convencerme de algo, pero intenta hacerlo desde la astucia, desde las técnicas más apropiadas pero más vacías. ¡A veces caigo en las redes, compro, doy el dinero, me dejo convencer! aunque en el fondo pienso: ¿han actuado de corazón? Y llego a la misma respuesta: no me importa, es su responsabilidad.

Por el contrario, me encanta cuando alguien pone precio a su trabajo, al servicio que te presta, a lo que te ofrece, y lo hace desde la honestidad, desde el corazón. Luego, a mí, me puede parecer mucho o poco, pero siempre pienso: ¿ha sido honesto?; así que yo pago también con honestidad.

Recuerdo un episodio. En Varsovia, en un parque, era otoño, y una señora hacía rosas con hojas secas. Sacaba belleza de hojas caídas al suelo que podrían parecer suciedad a otros ojos. Me cautivaron, de modo que decidí comprarle una. Me miró a los ojos, directamente, profundamente y a mi pregunta sobre el precio, respondió: ¡Happy Money!, en una expresión bien aprendida en inglés.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Dinero feliz es para mí lo que das de forma honesta a otro y te hace sentir feliz. Lo que te piden de manera honesta y les hace sentir feliz. El precio que alguien pone a su trabajo o al servicio prestado y que yo pago con tranquilidad. No se equivoquen, no se trata de cantidad; ¡más es mejor! no funciona. No, es otro esquema, es otra forma de actuar y vivir.

Si practicas «dinero feliz» invitas a un amigo un día que salís a cenar, simplemente porque sí. O pones la primera moneda en la construcción del sueño que alguien tiene. O, por el contrario, recibes porque trabajaste duro en algún proyecto ayudando desinteresadamente a alguien. No sólo el dinero, también las sonrisas, la alegría, la felicidad, todo repartido con desinterés, se multiplica. ¿Es magia? Si, es magia. Prueben.

This page is also available in: English