Querido hijo:

Te escribo esta carta desde el pueblo donde, como sabes, estoy pasando unos días con los abuelos. Hoy me he acordado mucho de ti en una visita que he hecho con una amiga a una localidad cercana.

Si hubieras venido conmigo, estoy segura de que tendría unas fotos más bonitas y de mejor calidad. ¿Recuerdas nuestras discusiones en Vietnam? Sin embargo, no he tenido que salvar los más de 11.000 km que nos llevaron a aquel destino. Santa Cruz de la Sierra se encuentra a poco más de 20 km de Campo Lugar y, salvo a alguna verbena de verano en mi juventud, nunca había visitado esta joya rural.

No tiene una arquitectura ni una simbología tan sorprendente para nosotros como las construcciones del país asiático, pero encierra muchas historias. Nos las contó Sagrario, la encargada del centro de interpretación que está en la plaza, en unos soportales donde también encontré ese buzón de correos que siempre me atrae, lo habrás visto en instagram. En un relato lleno del encanto de la tradición oral nos fue narrando la historia de Ñuflo de Chaves, oriundo de la localidad y explorador en las Américas. Como curiosidad te diré que ese señor fundó otra Santa Cruz de la Sierra en Bolivia; por esta razón, el próximo mes van a celebrar un encuentro con bolivianos y tienen un completo programa de actividades gratuitas. Yo creo que podíamos venir a visitar a los abuelos, y de paso curiosear, a lo mejor vemos algo de Bolivia sin haber ido.

No sé si tú te has dado cuenta, pero desde la casa de la abuela se ve la sierra. Siempre ha sido nuestro referente meteorológico, según se veía o no, estaba cubierta de nubes o de niebla. Es curioso porque se alza solitaria en esta llanura de berrocales que rodean Trujillo. Nos contaron que es Monumento Arqueológico Nacional, gracias a un tal Mario Roso de Luna natural de Logrosán, ese pueblo por el que pasamos cuando vamos a Guadalupe. Sea o no lugar de confluencia de fuerzas telúricas como nos dijeron, lo cierto es que se me han avivado las ganas de subir a su pico y explorar el terreno. Podríamos ir juntos, pero no en verano que hace demasiado calor y madrugar no va contigo.

Estas propuestas que te lanzo en esta carta son probablemente más fáciles de realizar por ahora que llegar a la Patagonia, tal y como hemos hablado. Porque otra opción sería visitar el pueblo el día de Santa Rita, fiesta muy famosa en la comarca y que convoca a algunos peregrinos. La abuela te contaría que ella fue alguna vez andando. Pero no creo que esto te atraiga tanto, además, la fecha cae en día de trabajo.

Como ves, estoy aprovechando la estancia en el pueblo. A parte de esta visita, otra tarde me fui a descubrir la Via Verde de las Vegas del Guadiana, mi amiga cogió muchos espárragos mientras yo miraba embelesada a las cigüeñas o a otras aves que habitan por aquí. Pero esto es para hacerlo en bici, y no tenemos aquí una bici para este recorrido.

En fin, vayamos a Santa Cruz de la Sierra, subamos a la sierra o hagamos el sendero natural de las Vegas del Guadiana, seguro que yendo contigo tendré mejores fotos que las que ahora te comparto. Y, lo mejor, compartiremos experiencia.

Corazón, nos vemos pronto, aún así te escribo esta carta porque

“More than kisses, letters mingle soulds”

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