Sentada en su cocina, degusta con parsimonia el caf? que ?l le ha preparado. Perfecto. Concentraci?n exacta, temperatura ideal, espuma en lo alto y cantidad suficiente de az?car, aun cuando ella nunca le ha dicho si lo prefiere dulce o no.

A cada sorbo lento, muchos pensamientos cruzan velozmente su cabeza. No hay que detenerlos, los dejar pasar y se concentra en el gusto del caf?, en el placer de que te hagan caf?.

En el espejo que decora la cocina mira sus labios manchados de espuma. Los lame con lascivia, mientras se mira en sus propios ojos, en su profundidad. All? donde reside su esencia.

Desde el otro lado de la cocina un sonoro eructo hizo a?icos su imagen en el cristal y la trae de regreso a la realidad.

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