Creo que no me equivoco si digo que todos alguna vez hemos salido descontentos de la peluquer?a; de lo que no estoy tan segura es de si, ante esa situaci?n, hemos sabido o no ser asertivos y expresarlo.

Mi peluquera es m?s que s?lo eso, es una amiga. La conoc? cuando a?n estudiaba en la Universidad y desde entonces hemos compartido los altibajos de nuestras vidas. Aprovechamos el tiempo que emplea en cortarme el pelo para contamos nuestras experiencias personales y para intercambiar opiniones; tenemos intereses muy similares. Ahora que no me pongo tinte, nuestros encuentros son m?s cortos; pero a?n as?, ella hace su trabajo sin prisas, con la m?xima dedicaci?n y perfecci?n. Algo que ya es dif?cil de encontrar en esta profesi?n debido a esa obsesi?n por el low cost.

Generalmente, en todos estos a?os, he quedado contenta y satisfecha con el resultado de su trabajo. Siempre he confiado en ella, y ahora que suelo llevar el pelo m?s corto me resulta muy dif?cil arriesgarme a probar con un estilista nuevo. Por su parte, ella ha disfrutado con mi entrega y confianza; aunque ?ltimamente est? en desacuerdo con mi decisi?n de no te?irme el pelo. Suele decir que as? voy a ?parecer una maestrita solterona?.

No estoy en ese momento de poner qu?micos en mi pelo, me siento bien con el color que tiene; ni la opini?n de mis amigas, ni los convencionalismos sociales van a quebrantar esa decisi?n (por ahora, nada es para siempre). Pero esto ?ltimo no impide que me guste llevar cortes estilosos, algo atrevidos y, por qu? no decirlo, juveniles. Sin embargo, la ?ltima vez no consigui? este resultado.

Por m?s que me miraba al espejo y trataba de convencerme de que el pelo estaba bien, no lo consegu?a. Seguro que os ha pasado alguna vez, queridos lectores.  Y, aunque como dir?a mi madre: ?pelao buena o malo, a los ocho d?as iguala?, ese argumento no me val?a esta vez. As? es que ech? mano de mi asertividad y, tal y como lo sent?a, se lo expres? a mi querida amiga y peluquera. Los a?os de relaci?n y las experiencias personales compartidas me daban derecho a formular mi descontento con naturalidad, y as? lo hice. En cuanto pude volv?, y me cambi? el corte de pelo.

Este hecho fue catalogado como una muestra de asertividad por otra de mis amigas que reconoci? que a ella le hubiera resultado dif?cil expresar su disgusto. En vuestra experiencia, queridos lectores, ?os hab?is encontrado situaciones similares? ?hab?is sabido expresar vuestra opini?n y exigencia con asertividad ante un resultado que no era el que esperabais? ?ten?is, como yo, una peluquera de confianza?

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