Todas las ciudades tiene tesoros en sus alrededores, y Brest permite visitar una reserva natural que está muy cerca. Reserva Natural de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, repartido entre Bielorusia y Polonia, dicen que es uno de los últimos bosques vírgenes de Europa. Pero toda la información técnica y datos los tenéis en distintas páginas de internet. Este es un relato de mis sensaciones y experiencias.

Cuando vienen amigos a visitarme lo doy todo, esta vez me ha tocado recibir, y aquí hay gente generosa. No sé nada de ruso, y eso es una dificultad, pues aún no están preparados para los que como mucho hablamos inglés. Pero esto también tiene su encanto, hay menos masificación y todo es sencillo y local. La profesora Maksimuk organizó generosamente la visita al Bosque.

De camino a la entrada, en la carretera, vimos muchos coches aparcados, me explicaron que es temporada de setas y la gente sale a recolectarlas, pero primero hay que pedir un permiso especial, y luego pagar en función de la cantidad que hayas cogido, pero claro, ¿cómo se controla esto?

1La entrada tiene más aspecto de atracción turística que de entrada a un Bosque; allí ofrecen bicicletas para alquilar y cobran en función del recorrido que elijas. Un recorrido de 27 km y con la entrada a la Casa del Papa Noel, nos costó 100.000 BYR por persona, que aproximadamente son 7€ para unas cuatro horas.

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A mí que me gusta pasear en la naturaleza, tengo que decir que lo disfruté mucho, se respiraba aire limpio, hacía una temperatura estupenda y todo estaba muy limpio y señalizado. Me contaron que en invierno la residencia del Papa Noel se llena de familias, niños, y el ambiente es muy bonito.

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Me lo imagino, porque era como entrar en un cuento, con muchos personajes de cuentos rusos. Allí también tuve la oportunidad de probar comida local, carne de caza, unas setas exquisitas y una bebida alcohólica muy fuerte, junto a un té de hierbas fantástico.

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P9ero me decepcionaron algunas cosas. El paseo en bici es por una carretera asfaltada, permiten el acceso a coches de personas que van a coger setas, y también hay gente que lo visita montada en un autobús. Me pregunto cómo se pude disfrutar de un bosque montada en un autobús. Echo de menos poder hacer una ruta a pie, con algún guía.

Por último, hablan de la reserva de animales y de los ejemplares de bisonte europeo que quedan allí y que se convierten en el símbolo de la zona. Pero es una pena, ni el peor zoo los tendría así. Y los pobres osos en un espacio reducido, de cemento y rejas, sin plantas. Y lo más curioso, es que en estas jaulas sí había carteles con traducción al inglés.

Si tengo la oportunidad, me encantaría volver cuando las hojas empiecen a caer y los colores de otoño lo inunden todo.10

La jornada finalizó con la visita a una torre de defensa del siglo XIII, me contaron que es la única de este tipo que queda en la zona, de unas doce que están históricamente documentadas y que habrían estado repartidas entre lo que ahora es Polonia, Bielorusia y Ucrania. Se trata de la Torre de Kamenets (Belaya Vezha).

Con 29 m de altura y paredes de 2m de grosor, la torre ha sido recuperada para su visita a principios del siglo XX, y es honesto decir que me gustó la explicación e interpretación que tienen dentro. Desde arriba se puede ver a lo lejos hasta 20 km, extensión que antes pertenecía al mismo bosque de Bialowieza.

¡Esa fue la jornada descubriendo los alrededores de Brest!.

Ya sabes, deja algún comentario.

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